Para los cristianos, el Sábado Santo es el día de la sepultura de Jesús y de su descenso al lugar de los muertos, que es también el primer movimiento de la victoria de Cristo sobre la muerte. Este es el día de espera litúrgica por excelencia. El altar está desnudo y las luces apagadas, pero se respira un ambiente de fervorosa espera, llena de paz y cargada de esperanza. Antiguamente, el también llamado Sábado de Gloria, estaba marcado por algunas tradiciones populares que hoy se han perdido, como la quema de los “judas”, ya que las autoridades prohibieron la quema de cohetones por razones de seguridad y los divertidos baños callejeros con agua, debido al desperdicio del vital líquido. Hoy no se celebra Misa, aunque se reza la liturgia de las Horas. La celebración del Sábado Santo es por la noche. Con una Vigilia en honor del Señor, según una antigua tradición, los fieles cristianos encienden velas, simbolizando la invitación de Cristo a su mesa. Después de la solemne expectación nocturna de la Resurrección, se inauguran los gozos de la Pascua, cuya exuberancia compensa los días de sacrificio de la cuaresma. No se puede comprender las Pascua Cristiana sin evocar la Pascua Judía. La palabra Pascua deriva del hebreo Phase, que significa paso, tránsito: "el Paso del Señor", según el Éxodo. Es la fiesta más solemne del pueblo hebreo, que celebran para conmemorar la salida de Egipto por orden de Moisés y la liberación del cautiverio sufrido en ese país. El mismo Jesús celebró la Pascua todos los años durante su vida terrena, según el ritual en vigor entre el pueblo de Dios, en cuya Pascua tuvo efecto la Última Cena y la institución de la Eucaristía. Por haber acontecido la Resurrección de Cristo en el tiempo de la celebración de la Pascua Judía, la Iglesia celebra ese magno suceso por esa misma época. La Pascua de Resurrección, llamada también Pascua Florida, es la festividad más solemne de la Iglesia. La fiesta de Pascua es, ante todo, la representación de la resurrección de Jesús después de su muerte. Para celebrarlo, las iglesias se embellecen con flores y en ellas se reúne toda la comunidad cristiana. La Pascua de Resurrección tiene fecha variable. Desde el Concilio de Nicea, en el año 325, se decidió que se celebrara "el domingo después de la primera luna llena que siguiera al equinoccio de primavera". Por eso, todos los años, se puede disfrutar de la luna llena en las procesiones de estos días. La Pascua Florida coincide con la época en la que, tras el letargo invernal, la naturaleza vive, de forma repentina, la explosión de color, formas, perfumes, vida y belleza que denominamos primavera. La Pascua Florida une en perfecta armonía la fiesta cristiana, litúrgica, y la experiencia natural, profana, incorporando las fiestas con que pastores y agricultores saludaban el renacimiento de la vida en las crías y en el brotar de las flores en primavera. De todos los símbolos asociados con Pascua, el huevo es el más identificable, siendo sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. Las costumbres y tradiciones de utilizar huevos han sido asociadas con la primavera y luego con la Pascua por siglos. Originalmente los huevos se pintaban de colores luminosos representando la luz primaveral, Se utilizaban en concursos o se intercambiaban como regalos. Algunos europeos creían que los huevos puestos el Viernes Santo se debían cocer el Domingo de Pascua, para mayor fertilidad de las cosechas y para proteger de la muerte repentina. En la época medieval, tradicionalmente se regalaban huevos a los sirvientes. En Alemania, se les daban a los niños, acompañados de otros regalos. Poco a poco, los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos durante la Semana Santa. Distintas culturas han desarrollado sus propias maneras de decorarlos. En Grecia, se intercambian huevos rojos en honor a la sangre de Cristo. En Alemania y Austria, se pintan de verde para Jueves Santo. Los eslovacos decoran huevos en dorado y plateado, usando patrones especiales. Artistas austriacas hacen patrones pegando helechos y pequeñas plantas alrededor del huevo y después hirviéndolos. Al quitar las plantas, queda un delicado patrón en un blanco reluciente. Los polacos y ucranianos utilizan colores fuertes, decorándolos en el distintivo estilo pysanki para diseñar o escribir, logrando obras maestras de habilidad y trabajo. Se le echa cera de abeja derretida al huevo blanco y después se baña sucesivamente en una serie de tintes. Después de cada baño, se pinta con cera de nuevo. Eventualmente ,emerge un patrón muy complejo de líneas y colores. En Alemania y otros países se vacían los huevos, las cáscaras se tiñen y se cuelgan en arbolitos o arbustos de Pascua durante Semana Santa. Los armenios decoran huevos vaciados con imágenes de Cristo, la Virgen y otros diseños religiosos. Originalmente, los huevos de Pascua eran de gallina o de pato. A principios del siglo XIX, en Alemania, Italia y Francia aparecieron los primeros huevos de chocolate, con pequeños regalos adentro. En cuanto a la decoración, los huevos de Pascua siempre han representado un desafío para los reposteros. En sus comienzos, eran decorados a mano y se hacían uno a uno con un molde prefabricado, lo que dificultaba mucho su elaboración. Su producción masiva inició por los años 20 y 30 del siglo pasado. En algunos países europeos, los huevos se decoran el Jueves Santo y se rompen el Domingo. La cáscara representa la tumba en la que Jesús estuvo sepultado y es por eso se quiebra el domingo de Pascua, cuando Cristo resucitó y salió de su sepulcro. El Conejo de Pascua tiene su origen en las celebraciones anglosajonas pre-cristianas. El conejo, un animal muy fértil, era el símbolo terrenal de la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril. El conejo, como símbolo de Pascua, tiene sus orígenes en Alemania y fue introducido en Estados Unidos por los inmigrantes alemanes que se instalaron en Pennsylvania durante el siglo XVIII. Su llegada era uno de los grandes placeres de la infancia; los niños creían que si se portaban bien, el conejo pondría huevos de colores. Desde días antes, construían nidos para el conejito en lugares escondidos de la casa, el granero o el jardín. La idea es absurda, pero exitosa. Hoy en día las familias estadounidenses acostumbran ir a la iglesia y almorzar al aire libre. Los niños buscan huevos de chocolate, supuestamente dejados por el Conejo de Pascua. Se acostumbra estrenar ropa y los supersticiosos creen que estrenar tres cosas en Pascua trae buena suerte. Otra tradición son los desfiles que se organizan en las ciudades. El de Nueva York se transmite por televisión a todo el país. Hoy más que nunca, la humanidad necesita que renazca la esperanza. google-site-verification: googlea2ea12a21e0d8834.html